En los años veinte, José Amézola era el gerente de la plaza de toros de Madrid y no sería ni el primer ni el último vasco que dirigiera la principal plaza madrileña. Cierto día, Alfonso XIII llamó a Amézola, que ganaba mucho dinero con la concesión de la plaza, para rogarle que se hiciera cargo de la gerencia del teatro Real, que nadie quería tomar por ser seguras las pérdidas. ¿Por qué? Aunque el abono era nutrido, distaba mucho de cubrir el presupuesto, pues no había funcionario público, fuese cual fuese su jerarquía, que no quisiera asistir a la ópera sin pagar un duro. El “tifus” –así se llamaba en la jerga teatral de entonces a la peste de disfrutar gratis de un espectáculo- resultaba ruinoso en el Real. Don Alfonso lo sabía […]
Archivos diarios: 8 abril, 2014
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