¿DE QUÉ CONFLICTO HABLAN?

dante

 

 

Paulov –un “científico” ruso que nunca creyó en las tesis de Darwin sobre la evolución- ha pasado a la historia gracias a un perro. Un can que se movía hacia la comida cuando el tal Paulov tocaba una campanilla. A este fenómeno perruno se lo denominó Reflejo condicionado. Contando con mayor inteligencia, formación y lenguaje, sin embargo, los políticos y los medios de comunicación españoles también tienen un muy agudo reflejo condicionado y acuden al engaño cada vez que ETA y sus mariachis tocan la campanilla… y ahora la están tocando a tutta orchestra respondiendo –eso parece- no a impulsos pacíficos que les debieran llevar a anunciar su autodisolución sino a otra necesidad pauloviana: la de participar en las próximas elecciones, porque ya tienen comprobado en sus carnes que “fuera hace mucho frío”.
Ante tales movidas, lo correcto sería –a mi juicio- disfrazarse de don Tancredo, es decir, callar, estarse quieto, mirar para otro lado y colocar en la puerta de cada terrorista un solo cartel cuyo copyright pertenece a Dante: “Mientras estés ahí pierde toda esperanza”.
Esto es lo que se venía haciendo y de tal actitud (y de la ley de partidos) los demócratas no han obtenido sino beneficios. ¿Por qué enredarnos en dimes y diretes? ¿Qué prisa tenemos ahora los demócratas? Ninguna prisa.
ETA está perdiendo una guerra que nunca debió iniciar y la está perdiendo como efecto de dos elementos: 1) la unidad de los demócratas y 2) la eficacia policial española y francesa. Son esas medicinas las que han hecho el milagro: al fin los “héroes” están cansados.
Cualquier estratega nos diría que no nos conviene cambiar el tablero. Es a ellos a quienes corresponde mover ficha.
¿A cuento de qué cambiar de estrategia cuando vamos ganando? A no ser, claro está, que algunos piensen que en Euskalherría existe un conflicto de fondo y que ese conflicto nunca resuelto explica la existencia del terrorismo etarra. Un argumento que no se puede ni se debe aceptar. Al contrario, el conflicto son ellos y en sus manos está el resolverlo. ¿Cómo? Entregando las armas.

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