DE CAMPO Y PLAYA

 En vísperas de salir huyendo hacia campos y playas, los madrileños asistimos perplejos a un debate acerca de la altura que van a tener los futuros edificios en Madrid. De un lado, Aguirre y su Gobierno quieren limitar a cuatro el número de alturas; de otro, la nueva Ministra de Vivienda (Chacón) arremete contra la medida y dice que es “un atentado contra el medio ambiente y la calidad de vida”.
No deseo entrar en la polémica, sólo quiero suministrar a los lectores algunos elementos de reflexión: España ocupa, dentro de los 15 países de la Unión Europea (sin ampliar), el tercer puesto en el ranking de densidad urbana. Tres conurbaciones españolas están entre las diez primeras más densas de Europa. Detrás de París, que es la primera, están Barcelona (2604 habitantes por Km2) y Madrid (2349 h/ Km2).
Por otro lado y según el censo de 2001, más de dos millones de familias españolas poseían una segunda vivienda (el 15% del total de familias). Un porcentaje muy elevado en comparación con otros países europeos: menos del 5% en Holanda, 1% en el Reino Unido y menos del 1% en Alemania.
La proporción de los que tienen una segunda vivienda es del 18,4% entre quienes viven en casas con ocho o más alturas y tan sólo del 10,8% entre los que viven en viviendas de una sola altura. Dado que los que viven en casas bajas disfrutan, en media, de mejores rentas que aquellos que viven en casas altas, parece deducirse que quienes viven en casas altas muestran “más necesidad” de una segunda vivienda.
En efecto, en un reciente y muy documentado artículo de la revista francesa especializada Population, Juan Antonio Módenes y Julián López Colás llegan a esa conclusión: la altura del edificio en el cual está ubicada la residencia habitual juega un papel determinante a la hora de explicar la tenencia de una segunda vivienda.
El destrozo que para el litoral español, especialmente el mediterráneo, ha representado lo del “chalet en la playa” está suficientemente acreditado… por lo que todas las medidas que sirvan para bajar la presión del chalecito al lado del mar han de ser bienvenidas, también en nombre del tan amado “medio ambiente”.

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