Tzvetan Todorov[1], hablando de los puntos ciegos del neoliberalismo, nos ha recordado una conferencia que el dominico Henri Lacordaire dio en la catedral parisina de Nôtre Dame en 1840 en la que dijo:
«Preguntad al obrero si es libre de marcharse del trabajo la madrugada del día en que debería descansar […] Preguntad a esos seres marchitos que pueblan las ciudades industriales si son libres de salvar su alma aliviando su cuerpo. Preguntad a la multitud de víctimas de la avaricia personal y de la avaricia de un patrón si son libres de ser mejores».
Y concluía con esta frase, que se hizo famosa:
“Entre el fuerte y el débil, entre el rico y el pobre, entre el amo y el criado, la libertad es lo que oprime, y la ley lo que libera”.
En efecto, la libertad que reclaman para sí mismos los ricos y los fuertes es la de su poder en la sociedad.
Otra abstracción abusiva –subraya Todorov- consiste en imaginar a los seres humanos como a individuos egoístas que sólo se mueven por intereses materiales. Pero ¿puede derivar el bienestar sólo de la satisfacción de los deseos de bienes materiales y de poder? Es como si los partidarios del neoliberalismo pasaran sin darse cuenta de la idea de que «la competencia es beneficiosa para la economía» al principio de que «lo que es bueno para la economía basta para que los seres humanos sean felices». Al hacerlo, ocultan una parte inmensa de la vida humana, la que podríamos llamar «vida social».
Todo esto viene a cuento de la destrucción sistemática que está sufriendo Europa de lo que en el pasado se llamó Derecho Laboral. Destrucción que se aceleró (¡qué casualidad!) a partir de la ruina del mundo soviético y que ha dado otro paso decisivo hacia su extinción durante la crisis actual, que comenzó en 2008.
Para concluir, citaré a Antón Costa:
»La desigualdad es un poderoso disolvente del pegamento que una economía de mercado necesita para ser estable y producir progreso económico y social. La desigualdad puede acabar matando al capitalismo y a la democracia.
[1] “Los enemigos íntimos de la democracia”. Galaxia Gutenberg. 2012.
Una idea sobre “Desigualdad”
En España, otra curiosa casualidad, ese Derecho Laboral nunca fue tan fuerte como en la época franquista, y sus más duros ataques los sufrió desde el momento en que el PSOE llegó al poder: nada mejor que un gobierno de antiguos «abogados laboralistas» para desmantelar el derecho laboral.