El otro déficit

Probablemente 1941 (año del hambre) no sea una comparación muy válida, pues en ese año se recuperaron muchos nacimientos retrasados a causa de la guerra (entre otros, el de quien esto escribe). En realidad, los nacimientos de 2018 van a ser los menores desde el siglo XVIII.

El martes pasado (11-XII-2018) el INE hizo públicos algunos datos de su MNP (Movimiento Natural de la Población) que llamaron mucho la atención, pues en el primer semestre de 2018 se había registrado en España el número menor de nacimientos desde 1941[1]. Pero quizá lo más grave haya sido la caída interanual, que fue del 5,8% (un 7,2% si se toma en cuenta únicamente la población autóctona).

La cosa se ve agravada porque fallecieron en nuestro país más personas de las que nacieron. Si se toma únicamente la población autóctona, los nacimientos vienen siendo menos que las muertes desde 2011.

A grandes rasgos puede decirse que este desastre es el resultado de una baja fecundidad, una de las más bajas del mundo, aunque la esperanza de vida sea también de las más altas. Si la mortalidad española fuera la que tiene de media nuestro planeta, el número de muertos hubiera sido mucho mayor que los contabilizados en 2018.

Se estima que la tasa de reposición está colocada en 2,05 hijos por mujer, pero en España el número de hijos por mujer ha estado muy por debajo de ese nivel desde 1981 hasta ahora. Y una fecundidad tan baja conduce inexorablemente a unos niveles de envejecimiento cada vez más altos.

El problema no es sólo español, también es europeo. Así, Eurostat estima que la proporción entre el número de personas de 65 años y más y la población potencialmente activa (contando con la futura inmigración) pasaría del 30% actual al 50% en 2050, pero hoy por hoy no existe en la UE ningún “pacto de estabilidad” que obligue a los estados miembros, como obliga con los déficits públicos, a contener por todos los medios ese “déficit demográfico” que, de mantenerse, puede ser socialmente letal. España se coloca en cuanto a su “déficit demográfico”en el último puesto de la UE.

Como ha escrito el profesor milanés Alessando Rosina en el diario italiano La repubblica: “De no mediar intervención alguna para corregir esta situación, será cada vez más difícil equilibrar las propias cuentas públicas”.


[1] Se ha dicho que 1941 fue el primer año en que se publicaron los datos de nacimientos. No es cierto: los Registros Civiles (fuente de dichos datos) existen en España desde mucho antes. Y la publicación de los datos también.

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