El combate Solbes versus Pizarro ha sido el aperitivo de lo que, a mi juicio, va a ocurrir en los duelos entre los primeros espadas. A Rodríguez Zapatero, en su momento, le bastará –pienso yo- con cerrar bien la guardia y “sacar algún puño” para no perder, que de eso se trata.
Y puesto que la cosa va de “combate de boxeo”, comenzaré por decir que la inmensa mayoría de los árbitros sentados junto al ring ha coincidido en señalar como ganador a quien “defendía el título” (Solbes) y como perdedor al aspirante. Cuestión de oficio y de preparación. Oficio porque el “campeón”, peleando a la defensiva y cubriéndose bien ha salido casi indemne del trance (el ojo lo tenía ya cerrado antes del combate), mientras que el aspirante ha desgastado sus muy sobradas energías sin conseguir llegar ni al cuerpo ni a la cara de su adversario.
“Se puede ahorrar –ha afirmado Pizarro- suprimiendo los gastos en el apartamento del Ministro de Justicia, no pagando terroristas, eliminando el Ministerio de la Vivienda o la Oficina Económica de la Presidencia”. Pero cualquier persona –con o sin estudios elementales- sabe que tales argumentos -en términos de ahorro público- resultan despreciables y, sin embargo, como demagogia suenan a excesivos. Aunque, para decirlo todo, yo sí que estoy de acuerdo en suprimir esa Oficina Económica de donde han salido disparatadas aventuras (por ejemplo, las opas contra el BBVA o Endesa) y no pocas ocurrencias, como esa de los 2.500 euros por bebé.