Cualquier persona que se haya parado a pensar sobre el futuro de España sabe que el mayor problema que va a tener nuestro país a medio plazo es el demográfico. Para comprobarlo y obviando estudios más pesimistas, me referiré a la última proyección poblacional de la ONU (2009-2050), que supone que la fecundidad española (número de hijos por mujer) subirá durante varias décadas venideras hasta estabilizarse en 1,85. Por otra parte, la ONU daba por supuesta la persistencia de altas tasas de inmigración en España, con el consiguiente efecto rejuvenecedor y reanimador de la natalidad.
Aún así, los resultados de esa proyección son demoledores: en 2050 por cada tres españoles en edad de trabajar habrá dos jubilados. En 2009 esa “tasa de dependencia” era del 26% (o sea, un jubilado por cada cuatro personas en edad de trabajar).
Pero el asunto no sólo es grave desde el punto de vista demográfico sino que también lo es desde el económico, pues no es imaginable que haya crecimiento económico sin crecimiento demográfico. Por ejemplo, en Japón, la baja natalidad está en la raíz del estancamiento económico que sufre aquel país desde hace ya dos décadas.
Un detallado estudio de los economistas Philippe Durance, Michel Godet y Michel Martínez llegó a la conclusión de que el mejor desempeño económico de EE.UU. en los últimos treinta años (un punto más de crecimiento anual con relación a la Unión Europea) se explicaba en un 80% por su mejor evolución demográfica (2,1 hijos por mujer en EE.UU.).
Y lo peor de todo es que en España, que ha batido todos los récords en baja fecundidad, nadie habla de ello, y los políticos ignoran el problema como si la cosa no tuviera ni importancia ni remedio. Y quizá sea mejor que continúen callados, pues cuando hablan desbarran.
Por ejemplo: cuando la Xunta de Galicia debatió en febrero de 2011 el incremento de ayudas a la maternidad, la portavoz del PSOE, Beatriz Sestayo, se opuso con el argumento de que el proyecto buscaba “exportar a Galicia el modelo familiar de la ultraderecha” (sic), y “conseguir que las mujeres se queden en casa. Además de vulnerar el derecho (?) al aborto”; también el Consejo Económico y Social de Galicia se mostró escandalizado ante lo que consideró “una recuperación de la retórica de la familia heterosexual y la maternidad como rol social vital”.
Para echarse a llorar. Si la izquierda francesa (muy pro natalista después de la II Guerra Mundial) se hubiera comportado como estos imbéciles gallegos, hoy Francia habría desaparecido del mapa.
5 ideas sobre “Falta de sustancia”
Una pregunta: ¿Nunca ha pensado Usted formar con Cristina Alberdi, Paco Vázquez, Belloch, Pablo Castellano, Antoni Asunción, Rosa Diez, Nicolás Redondo, etc, un grupo de tertulianos profesionales que vayan por los medios de comunicación «liberales» a criticar lo mal que lo hace el PSOE y el demonio de «Podemos» y buscarse un representante que les facilite el trabajo, tal como hacen muchos otros tertulianos del mundo del corazón o las tertulias deportivas? No me de las gracias por la sugerencia.
No creo que haya mucha gente que, en sus cabales, piense como la señora Sestayo. De otra parte, es sobradamente conocida la situación que vivió la demografía sueca a mediados de los ochenta del siglo pasado. Nada sospechosos los suecos de abrazar la extrema derecha, pusieron manos a la obra y establecieron un conjunto de medidas sociales que cambiaron los estándares negativos que se estaban dando ( 1,2 hijos por mujer). No es nada nuevo, si lo es que ponerse manos a la obra en España exige inteligencia, perspectiva, y medidas capaces de cambiar la tendencia actual. Sobre todo para las mujeres, que, mientras no se demuestre lo contrario, son ellas las que paren y las que deciden.
Señor Leguina: Este post le obliga usted a una segunda parte: Demografía y elecciones.
Estoy terminando su libro «Los 10 mitos del catalanismo» Me gusto la Seriedad de la Información, creo que usted y algunos políticos de altura que todavía quedan en este país están haciendo un buen trabajo aportando cordura en sus declaraciones, cuanto echamos de menos a todos ustedes en estos momentos en los que la política es mas populista que realista
Tanto si el comentario de don Indalecio va en serio como si es irónico, tanto monta, monta tanto, yo propongo otra cosa que vaya más allá de las tertulias televisivas: Fundar un partido socialista que realmente defienda al obrero, al español y a las personas de bien en general.
La situación actual es:
a) Tenemos un partido que ha acertado más o menos bien diagnosticando los problemas de España (Podemos y en general los colectivos surgidos de los disturbios de 2011) pero que propone unos remedios propios de países bananeros que no se caracterizan precisamente por su respeto a la división de poderes o al imperio de la ley. Aparte de que tienen una fé religiosa en unas autodenominadas «redes sociales» detrás de las cuales se encuentran multimillonarios americanos de la lista Forbes y que pueden ser unos medios de control de masas terroríficos (máxime si prospera la idea del «Internet de las cosas», con miles de objetos conectados, hackeables, y por tanto utilizables para espiar al ciudadano)
b) Tenemos un partido que en el pasado sacó a España de la pandereta y la convirtió en un país medianamente normal, lo que no era fácil después de 200 años de guerras civiles y abusos de poder de toda clase. Era el PSOE, pero desde hace un decenio ha sido invadido por el discurso de lo políticamente correcto, la efebocracia, el antimérito y el culto a la imagen, con los resultados catastróficos que suele describir el sr. Leguina en este blog.
Hay mucha gente que no nos sentimos representados por la opción a) ni por la b). Durante dos años ha habido un posible bote salvavidas, la opción c), que era Ciudadanos. Se ha movido por aguas de varios colores, pero al final se ha asentado en el centroderecha. Su aparición es buena para el interés de España, al aumentar el pluralismo y crear una alternativa a un PP lleno de corruptos por todas partes. Pero tampoco se corresponde con la tradición histórica de la izquierda. Parecen ir en serio, pero les falta una estructura ideológica como la que tiene el liberalismo, la democracia cristiana o la socialdemocracia.
Tenemos, pues, una izquierda proeuropea y democrática, que viene de las alternativas planteadas en Bad Godesberg en 1959, que han traido muchos años de prosperidad y avances sociales a muchos países. Pero en España ahora mismo es una izquierda huérfana. Hay muchos ex-votantes (y ex-militantes) del PSOE que ahora mismo no nos sentimos representados por la opción a) del perroflautismo, ni por la opción b) del postureo ni por la opción c) de la indefinición ideológica.
Por las tertulias de TV está claro que se mueven seis o siete líderes que nunca podrían encajar en las opciones a) o c), pero que a su vez son ignorados por el búnker ferraziano de la opción b), en parte porque fueron los que avisaron del rumbo suicida que suponía la cursilada de lo políticamente correcto, y una vez consumado el desastre, se ha matado al mensajero. Muchos tienen que aparecer en las televisiones de la derecha porque están vetados en las cadenas supuestamente «progres».
Crear una «opción d» parece difícil, pero igual es el momento de pasar de la TV a la acción política. No sería cosa de 1 o 2 años, pero igual para la década de 2020 tenemos «algo» donde puedan encontrar su casa los miles de huérfanos que hemos quedado por el camino de esta época tan delirante.