Si ha de salirse de la doble moral, que hoy pretende imponerse, no queda más remedio que aplicarse a sí mismo la vara que uno ha tallado para los demás. Por otro lado, y con el fin de evitar males mayores y arbitrariedades sobrevenidas, debiera elaborarse un código deontológico aplicable a todos por igual. Un código consensuado social y políticamente que evite la arbitrariedad mediática, saque a los jueces de la política, o a la política de los juzgados, y permita hablar, cosa que ahora no ocurre, de las cuestiones que a la política conciernen. Es decir, las ideas propuestas acerca de la organización social, de las desigualdades económicas y los problemas existentes, que siguen siendo tan urgentes como numerosos.