Dos hacendistas ibéricos, uno más añoso que el otro, pero los dos ortodoxos, predicaron durante años con éxito “el sagrado temor al déficit”. Ambos fueron ministros de Hacienda y, aunque con destinos políticos diferentes, el español D. José de Echegaray y el portugués D. Antonio Oliveira Salazar eran dos clásicos en el sentido que le dio a esta palabra el británico John Maynard Keynes y fue precisamente lord Keynes quien en los años treinta enterró ese pensamiento cuyas recetas habían resultado inoperantes para sacar de la crisis a las grandes economías que en aquella época la sufrían.
Si Keynes escuchara a los resurrectos neoclásicos actuales, a quienes hoy dominan el pensamiento ortodoxo, sobre todo, en Europa… sus huesos se removerían en la tumba. En efecto, si la mayor parte de los afanes estatales ha de consistir en reducir o en eliminar el déficit público a base de bajar sueldos y aparcar inversiones, a nadie se la escapa que esas medidas están destinadas a deprimir las demandas efectivas en todos los países que las aplican y con ello se arriesgan a servirnos en bandeja una temible depresión en toda la Unión Europea, porque una cosa es controlar el déficit y otra muy distinta pretender encajar las cuentas públicas a martillazos.
Algunos notables economistas norteamericanos y neo-keynesianos, como Krugman y Stiglitz, vienen predicando en el desierto y rasgándose las vestiduras criticando con dureza las políticas restrictivas que se están llevando a cabo con una especial virulencia en toda Europa. No les falta razón, pero me temo que el achuchón en forma de desconfianza financiera que, como el fantasma de antaño, hoy recorre Europa no permite muchos matices ni gradaciones a la hora de “cortar por lo sano” y eso se está haciendo a un ritmo semejante al señalado por aquel bolero en el cual el protagonista reclamaba a su antigua amante un odio “sin medida ni clemencia”.
Pero yendo más allá en el tiempo, uno tiene buenas razones para preguntarse: Después de la crisis, ¿qué va a quedar del Estado del Bienestar europeo? ¿Disminuirá o crecerá la desigualdad de rentas en Europa?
Me temo que después de la crisis nos despertaremos más pobres y nuestras sociedades serán más injustas.