Los manipuladores

Se dice que el peor error que un candidato puede cometer en una contienda electoral es permitir que sea el adversario quien lo defina en el imaginario colectivo. Los encargados de destruir y construir imágenes, los gurús dedicados a manipular las vísceras de los electores y a manejar en el imaginario colectivo las sensaciones que produce en él la presencia de los políticos reciben el nombre de “asesores mediáticos”, pero la mayor parte de ellos son, en realidad, doctores en trapacerías y maestros en la mentira y en el disimulo. Gente que jamás se ocupa de razones o argumentos. Pero sobre todo, son enemigos de la política, si entendemos ésta como la difícil articulación de ideas y de acción en pos del bien común.
Sin embargo, hoy, entre los “nuevos” políticos al uso, las ideas valen cada vez menos y los “asesores” cada vez más. Éstos se han convertido en el “nuevo” becerro de oro ante el cual se postran esos sedicentes líderes. Esos señores poderosos necesitan cada vez más de los asesores, pues cuando llega el momento de comunicar algo, ellos no saben qué decir, porque sólo les cabe “todo el vacío del mundo en la oquedad de su cabeza”. Un vacío que en estos tiempos de mercadotecnia se pretende llenar con “imágenes”. Para ellos y para sus acólitos y asesores la política (ideas + acción) es algo del pasado. Una concepción plagada de ingenuidad y, en el fondo, una sandez propia de gentes idealistas y anticuadas.
Sin embargo –pienso yo- la Democracia moderna se debería ocupar de preservar el juego limpio y para ello debería empezar por llevar a estos “asesores”, auténticos vendedores de mercancía adulterada, directamente a la cárcel.
Aquel “asesor” que el 11 de marzo de 2004, con las bombas recién estalladas en los trenes, le dijo a José María Aznar: “Mira, si han sido los moros perdemos las elecciones, pero si ha sido ETA, las ganamos” bien merecía un premio de 10 años y un día. Tampoco era “mal ave” aquel que “asesoró” a Miguel Sebastián para que exhibiera la foto de una señora en un debate televisivo con su oponente, Ruiz-Gallardón. Asesores que nunca dan la cara y obtienen sinecuras sin cuento, personajes llenos de cinismo, un cinismo que sólo sirve para enmerdar las conciencias y para confundir las cosas. Sabrán mucho de “imagen”, de manipulación de voluntades, pero son –casi siempre- unos inmorales sin alma.
Por suerte, también a estos individuos les suele llegar su San Martín. Eso es lo que probablemente le vaya a pasar el próximo noviembre al gran gurú, al “asesor” más áulico de los últimos tiempos, a un tal Karl Rove, el rey de la mercadotecnia política, que ha estado al servicio de los republicanos estadounidenses durante los últimos años. El personaje -desechado por Bush hace algún tiempo (agosto de 2007)- vuelve ahora en auxilio de McCain. Un McCain que fue la primera víctima del primer robo de los muchos practicados por Georges W. Bush y sus manipuladores. A McCain le inventaron en el año 2000 una aventura erótico-financiera y, entretenido en demostrar su inocencia, cuando volvió en sí ya era cadáver: Bush le había ganado las primarias dentro del Partido Republicano.
La habilidad de Karl Rove consiste en vender siempre el mismo producto: el candidato a su cuidado es un hombre común y corriente, vestido de gris, cercano a los valores conservadores, sin pretensiones intelectuales y sin pedanterías, “un hombre como usted”. Por el contrario, los candidatos de enfrente son siempre gente de alto copete, personajes elitistas desconectados de los problemas del norteamericano medio, vacíos de sustancia y representantes de poderes tan ocultos como establecidos. Así, Al Gore, el político e intelectual defensor del medio ambiente, se convirtió –a manos de Rove- en un fatuo. John Kerry, héroe de la guerra de Vietnam y líder de los ex–combatientes, se transformó en un cobarde, un mentiroso y un estirado semi-aristócrata.
La mano de Rove está también detrás de la campaña de McCain a través de su protegido Steve Schmidt, que es el encargado de perpetrar ahora los golpes bajos contra Obama. Por ejemplo: el inmenso poder de convocatoria del mulato se ha pretendido transformar en defecto: “es una estrella cercana a Paris Hilton”, han dicho. En vísperas de la convención republicana, convencidos de que un señor de 72 años, casado con una millonaria, difícilmente podía conectar lo suficiente con las clases medias y bajas, buscaron un producto nuevo… y lo encontraron. La nueva representante de la política del resentimiento se llama Sarah Palin. Una mujer de 44 años, sin apenas preparación académica o intelectual, ex-reina de la belleza, campeona de baloncesto, madre de cinco hijos, Gobernadora de Alaska… y cazadora de alces.
Un hallazgo, un gran éxito… hasta que la Palin abrió la boca y empezó a decir majaderías. Además, se descubrió que había echado de la Policía a su cuñado cuando éste se separó de la hermana de Sarah. Por una vez, el truco del ilusionista quedó en evidencia, pero Rove no para. Convertido en columnista y tertuliano, se dedica ahora a vincular a Obama con ciertas “amistades peligrosas”. Naturalmente, detrás de tanta trapacería hay una ideología reaccionaria, una visión del mundo -una “cultura” dicen ellos- que, como era de esperar, tiene sus predicadores. El más famoso de entre estos mamarrachos se llama Bill O’Reilly y es el presentador de “Noticias Fox”. O’Reilly publicó un libro en 2006 titulado “El guerrero de la Cultura” (Culture Warrior) donde se recogen todos los topicazos y todos los odios contra “las fuerzas entregadas al movimiento laico-progresista que quieren cambiar a los Estados Unidos”.
Pero estas jeremiadas no les van a servir en esta ocasión. Después del paso de un Atila como Georges W. Bush va a tardar en crecer la hierba sobre los otrora verdes prados del partido republicano.
“La cartera puede más que el libro de oraciones” ha escrito un analista… y Bush va a culminar sus horribles dos mandatos con el desastre económico que todos conocemos. Ha sido el peor Presidente de los EEUU desde George Washington. Un enemigo de su pueblo y de la Humanidad. Él y sus adláteres no han hecho sino daño a su país y al mundo. Ellos han sido durante los últimos años el verdadero “eje del mal”… y toda esa basura la van a recoger McCain y sus “asesores”, mientras Bush sale pitando de donde nunca debió entrar.

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