Tras ver cómo ZP se hacía el harakiri político (12 de mayo), propios y ajenos nos quedamos boquiabiertos y, naturalmente, se oyeron de inmediato voces airadas (más tímidas dentro y más sonoras fuera del PSOE). Muchas de esas voces reclamaban aquello que tantas veces ha repetido el propio Gobierno: “que paguen los ricos”.
Incluso mi hijo pequeño me insistía ayer: “¿Por qué el Gobierno no sube los impuestos a los que más dinero tienen?” He aquí mi respuesta:
Yo no sé si el Gobierno quiere subir los impuestos a esas gentes, pero desde que está en el poder no ha hecho otra cosa que favorecerlos fiscalmente. En España se gravan las rentas del trabajo y el consumo con un tipo medio del 37%, mientras que las rentas del capital cotizan tan solo el 17%. Cifras que en los EE. UU. son, respectivamente, del 27% y el 29%, datos que dejan muy claro que una cosa es predicar (aquí) y otra muy distinta dar trigo (en EEUU).
Pues bien, si ahora el Gobierno quiere subirles los impuestos a “los ricos” tendrá que saber previamente quiénes son esos “ricos”, y eso no está claro. Prueba suficiente de ello está en la respuesta que le dio la Vicepresidenta económica a un periodista que le preguntó: “¿Puede explicar cuáles son las rentas altas?” A lo que Salgado, escueta y clara, contestó lo siguiente: “Evidentemente, no”, eso dijo. En cualquier caso, conviene recordar que fue este Gobierno quien eliminó el impuesto sobre el patrimonio. Eran aquéllos tiempos felices en los cuales la alegría mandaba y “bajar los impuestos era de izquierdas”.
En cualquier caso, si un Gobierno como éste, que no parece querer oír hablar de tocar fiscalmente a las Sicav, se decide a buscar “ricos” entre los contribuyentes del IRPF cazando, por ejemplo, a quienes han declarado una renta superior a los 50.000 euros anuales, pillará a los asalariados con buenos sueldos, pero ni a un solo “rico”. Porque has de saber –y debes pregonarlo- que el IRPF sólo lo pagamos los asalariados. En efecto, el 90 % del total recaudado por el IRPF proviene de los bolsillos de los asalariados, quienes, sin embargo, sólo reciben el 45% de la renta nacional. Dado que el IRPF es el palo de ese pajar que llamamos sistema fiscal español, no parece arriesgado asegurar que la fiscalidad española está pidiendo a gritos una reforma… pero ¿es éste el mejor momento, en medio de la crisis, para afrontar a fondo una reforma fiscal?
En fin, que nos tocará cargar con el mayor peso del recorte y sobre todo si somos funcionarios. Sacrificio, el de los funcionarios, que, además, está bien visto por el populacho, a quien previamente se le ha lavado el cerebro con una caricatura (un funcionario es alguien que se coloca detrás de una ventanilla, sin ganas de trabajar, con cara de pocos amigos y los manguitos puestos…), pero las personas que trabajan en el sector público ya no llevan manguitos y son, por ejemplo, los médicos (que están emigrando a chorros en busca de mejores sueldos), los maestros y los profesores (maltratados por padres y por alumnos), que dedican sus horas a curarnos, los médicos, y a desasnar a nuestros retoños, los maestros.
Gente que con su quehacer sostiene servicios esenciales y mantiene en pie algo tan imprescindible como es el Estado.