Muerte entre las flores

Según la televisión norcoreana, el dictador Kim Jong-il, perteneciente a una saga hereditaria que oprime desde hace sesenta y seis años a una hambrienta Corea del Norte, murió cuando viajaba en un tren. La causa del fallecimiento fue un infarto cerebral producido por “el gran esfuerzo físico y mental que estaba realizando en el momento del óbito”, según dijo -textualmente y entre lágrimas- la presentadora de la televisión norcoreana. ¿Y cuáles eran esos esfuerzos mortales? Fáciles de adivinar: al sátrapa le alcanzó la muerte sentado en la taza del inodoro cuando leía el libro rojo de Mao (esfuerzo mental) mientras intentaba defecar, luchando contra su pertinaz estreñimiento (esfuerzo físico).
Le sucederá su hijo Kim Jong-un, de 29 años, otro gordo que ha sido recibido con los mismos gestos de adoración multitudinaria con los que fue despedido su padre.
Y yo me pregunto: ¿Qué pensará Cayo Lara de este comunismo tan original?
La dictadura militar y estalinista de los Kim sigue reinando sobre 25 millones de seres hambrientos sin que nadie proteste. Sin duda, un milagro divino, y es que -como nos ha recordado A. Rojo- “hay gente que, primero, deja de creer en Dios y, luego, termina creyendo en cualquier gilipollez”.

¡¡FELICES FIESTAS!! Y hasta el año que viene.

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