SIN COMPLEJOS

 

 El 27 de marzo, Oriol Pujol, portavoz de CiU en el Parlamento catalán, declaraba (sin complejos) que “la independencia de Cataluña está en los genes de Convergencia Democrática”. El día 30, su padre, Jordi Pujol, enunciaba (sin complejos) el siguiente dilema: “o independencia o desaparece Cataluña”. Para el 10 de abril se anuncia una “consulta” ilegal en la ciudad de Barcelona que los nacionalistas plantean en torno al “derecho a decidir” que, al parecer, es la única decisión política que se deja en manos de los electores… porque todas las demás ya las toman los de CiU, dueños y señores de toda la política catalana. Un régimen éste –inventado y sostenido por CiU- cuya ideología y cuyas prácticas lo han invadido todo.
En efecto, la impregnación nacionalista ha calado hasta el tuétano en la clase política y en la sociedad civil catalanas. Desde aquellos partidos, como el PSC, cuyo catalanismo (otro eufemismo) se diferencia del nacionalismo sólo en los matices, dentro de los cuales ya no se encuentra ni la defensa ni el respeto de y hacia una Constitución, ¡¡que está vigente!!, hasta la prensa del pesebre: los diarios, las radios y las televisiones públicas y privadas, la Escuela y la Universidad… y hasta la cartelería y los museos (todos los de allí son “nacionales de Catalunya”). Una auténtica corrida en pelo contra los derechos de los ciudadanos que no son nacionalistas ni catalanistas y un ataque continuo contra todo lo que recuerde la españolidad de Cataluña, desde la lengua hasta la fiesta de los toros. El nacionalismo catalán ha ido imponiendo de facto sus prácticas intolerantes e intolerables, saltándose la letra y el espíritu de la Constitución, haciendo, además, mangas y capirotes con las sentencias del Tribunal Constitucional.
Y los partidos de ámbito nacional, ¿qué dicen? Callan y, a lo sumo, declaran con gesto displicente: “Perro ladrador, poco mordedor”… hasta que el rottweiler les destroce las tibias u otros órganos colgantes situados entre las piernas.

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