Una juventud eterna

“Yo no veo que la vejez tenga ventaja alguna”

(Matilde Ceballos, mi abuela)

Todos, a partir de los sesenta años, hemos soñado con volver a la juventud, pero no existe un “elixir” que lo haga factible. Pero donde no llega la ciencia sí llega la publicidad y ésta ya ha encontrado tal “elixir”. No hay farmacia ni herboristería que no lo ofrezca. Se trata de un polifenol llamado resveratrol, que, según la publicidad, “ralentiza el proceso de envejecimiento celular”, es “activador de la molécula de la longevidad” y se añade que “está probado científicamente”.

Complementos alimenticios como Revidox, Resveradox Forte, Oxidoryl Resveratrol, Resveraserm o Resverasol no sólo se venden como churros sino que su “gran éxito” ha provocado la aparición de todo un merchandising alrededor del resveratrol: multitud de cosméticos y nutricosméticos se basan en las supuestas propiedades del resveratrol. Sin embargo, no hay ninguna evidencia científica que avale esas propiedades Y todos aquellos que piensen que por poseer una patente del CSIC y publicitarla a bombo y platillo el Revidox es efectivo, se equivocan.

A pesar de que también podemos hallarlo en alimentos como nueces, cacahuetes y algunos otros, el resveratrol se encuentra mayoritariamente en la uva tinta. Pues bien, según dice la publicidad, ya se ha vendido un millón de cajas de Revidox (30 cápsulas por caja) y “una cápsula de Revidox equivale a 45 kg. de uva”. Un rápido cálculo produce escalofríos, pues se tendrían que haber utilizado 153 millones de kg. de uvas. Si esto es así, los amantes del vino se van a quedar sin materia prima.

Si una casa comercial está convencida de que el resveratrol sirve para “ralentizar el envejecimiento celular”, lo tiene muy fácil. Lo que deben hacer es enviar su producto a la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) para que este organismo oficial emita un informe positivo sobre su supuesta capacidad para ralentizar el envejecimiento celular.

Recomendación: antes de comprar cualquier sustancia milagrosa, lean ustedes “Vamos a comprar mentiras”, del  doctor José Manuel López Nicolás. Editorial Cálamo.

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