Fotografía de Pablo Baudet: Atardeceres
Me despido hasta el mes de septiembre de los visitantes de este blog mediante esta nota, y quiero hacerlo con una reflexión acerca de mis escritos críticos con el nuevo PSOE que dirige Rodríguez Zapatero. Lo hago no sólo para defenderme de los forofos que se dedican a propalar –desde el seno de mi propio Partido- insultos e infamias sobre mi persona, que van desde “franquista” hasta “enfermo de Alzheimer”, también lo hago para distanciarme de quienes quieren usarme como ariete contra el PSOE.
A los primeros debo decirles cuatro cositas:
1. La crítica constructiva no existe, pues es una forma sutil de sometimiento o de elogio.
2. Rodríguez Zapatero ha sacado del baile interno (no hablo de las listas electorales) a toda una generación de socialistas a la que pertenezco, y no estoy dispuesto a aplaudir la jugada. Jugada que, por cierto, el Secretario General parece querer repetir con sus conmilitones de lo que se llamó “Nueva Vía”.
3. Creo –como muchos compañeros del PSOE- que durante la primera legislatura de Zapatero hubo abundantes decisiones estratégicas erróneas y peligrosas, como fue la de abrir el melón territorial que no se sabe adónde nos puede llevar, y no pocas ocurrencias, algunas carísimas, como la de los 2.500 euros por cada niño nacido o las opas fallidas impulsadas desde el Gabinete Económico de la Presidencia… Criticar esas y otras decisiones sólo puede hacer bien, coincidan esas críticas o no coincidan con las de la Oposición, cuya navegación durante la anterior legislatura fue, simplemente, de risa (subirse al carro de la conspiración en torno al 11 de marzo, jalear el griterío de los obispos y el de la AVT, etc., etc.).
4. En fin, me niego a admitir que los partidos nacionalistas periféricos (todos ellos independentistas) puedan ser considerados de izquierda y que criticarlos sea una actitud de derechas.
Pero los inconvenientes que sobrevienen por decir lo que uno piensa no acaban –ya lo he dicho- en las críticas que uno recibe de los afines, sino que a esos inconvenientes se suman los aplausos que te dedican los “aprovechateguis“ de la acera de enfrente, los de UPD (Rosa Díez), que utilizan mis escritos como si fueran suyos, los de El Imparcial e incluso los de El Mundo, que acaban de publicar un artículo con mi firma y sin mi autorización. Debo aclarar que ese escrito nunca debió ser publicado en El Mundo ni en ningún otro periódico de la capital. Os cuento cómo ocurrió:
Una tal María Climent (que debe de ser becaria de El Mundo), llamó a mi secretaria para decirle si podía mandarme un cuestionario en torno al Manifiesto de Savater (que yo he firmado). Recibí el cuestionario y le contesté que lo rellenara ella a base del escrito que tenía preparado para otros fines, pero que no se le ocurriera reproducirlo entero. Yo no compro ese periódico, pero en la mañana del viernes 18 me llaman algunos para felicitarme y otros para recriminarme… y así me entero del desaguisado. Le digo a mi secretaria que hable con la chica y escucho la conversación:
-¿Cómo se te ha ocurrido hacer eso?
-No lo he hecho yo. A mí me gustó y se lo di a leer a los jefes y han sido ellos quienes lo han publicado.
-Eso no se hace.
-Ya lo sé, pero es que a ellos les gustó mucho.
Toma castaña, añado yo. ¡Vaya profesionalidad!
Lo dicho: “entre los paisanos y los militares, me salen a diario novios a millares”.
Que paséis un fresco y buen veraneo.